Alemania choca sus tarros cerveceros en el inicio del Oktoberfest
Comienza en Múnich la fiesta cervecera más famosa del mundo; se estima que unos 6 millones de visitantes beberán hasta 7 millones de litros de cerveza
17/09/2016-EFE / FOTOS: AP Y REUTERS
El Oktoberfest de Múnich abrió hoy sus puertas a la primera avalancha de adoradores de la fiesta cervecera, la más multitudinaria del mundo, desafiando la lluvia y dispuestos a someterse a los reforzados dispositivos de seguridad dictados por el temor a ataques yihadistas.
Con dos mazazos sobre el grifo cervecero y el ritual grito de "Ozapft is" -traducible por "está abierto"- dio por inaugurada la 183 edición de la fiesta el alcalde muniqués, Dieter Reiter, a las 10.00 GMT en punto, todo ello de acuerdo a la estricta tradición local.
Se estima que hasta el 3 de octubre, último día de fiesta cervecera, pasarán entre sus carpas y atracciones unos 6 millones de visitantes llegados de todo el mundo.
Lograr introducir el grifo en el barril con solo dos golpes es, según la estadística muniquesa, una muy buena marca, solo igualada por este mismo alcalde el año pasado o por su antecesor, Christian Ude, que tras un largo periodo en el cargo y mucho entreno lo logró en 2005.
Para cuando el mazazo del alcalde dio por formalmente iniciado el Oktoberfest ya llevaban un par de horas paseando por el recinto ferial los primeros miles de visitantes.
7 millones de litros de cerveza serán consumidos, según estimaciones.
El precio de la 'Maß', la tradicional jarra de litro -medida única en sus tradicionales carpas cerveceras-, se sitúa sobre los 10 euros y se calcula que en sus dos semanas de vida se consumirán 7 millones de litros de cerveza.
Desde antes de las 07.00 GMT, hora de apertura al público del recinto, se habían formado ya largas colas ante sus accesos, donde se habían establecido controles especiales de seguridad.
Esa será previsiblemente la imagen de todos los días en este Oktoberfest, cuya organización había advertido de antemano de que quedaba prohibido ingresar en el recinto con mochilas o grandes bolsas.
La mayoría de los asistentes, especialmente el público local, acudió con lo esencial, principalmente el paraguas o el impermeable.
Los pronósticos meteorológicos eran de lluvia por lo menos para el todo primer fin de semana de la fiesta, lo que aceleró las prisas de algunos por acceder al interior de las casetas cerveceras.
Convenientemente equipados para soportar la lluvia se apostaron también en el centro de la capital bávara el público visitante y los participantes en el tradicional desfile de carretas engalanadas y disfraces bávaros previsto para la jornada inaugural del Oktoberfest.
El origen de esta fiesta se remonta a 1810 y desde entonces sólo se ha cancelado en situaciones de emergencia, como la epidemia de cólera del siglo XIX, las dos guerras mundiales y la hiperinflación que azotó Alemania en 1923 y 1924.
La fiesta muniquesa se ha celebrado ininterrumpidamente desde 1946 y el peor trauma sufrido hasta ahora fue el atentado del que fue objeto en 1980, con 13 muertos y unos 200 heridos, cuyo autor, Gundolf Köhler, de 21 años, era un neonazi miembro del grupo de extrema derecha 'Wehrsportgruppe Hoffmann'.
En los bordes, un costado, la tapa o el fondo. Sea lata o botella: el inquieto paladar, tras varios sorbos, invita a voltear una y otra vez el envase para descubrir la génesis, de dónde proviene la incitación a humedecer los labios, a asumir despacio la refrescante invasión interior, chasqueando la lengua. Rara vez un bebedor resiste la tentación de curiosear la etiqueta de la cerveza que bebe.
La mirada es parte de la ceremonia previa antes de ingerir una cerveza, porque mientras los dedos palpan la tentadora humedad del futuro sorbo, los ojos rebuscan entre las líneas de la etiqueta el sitio geográfico exacto donde se gesta tal obsequio al buen beber.
El arte de la cerveza une y eleva, por tanto, a productores y bebedores. Sean bienvenidos.
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