No parece un hombre de negocios. Al menos no ofrece la imagen típica del hombre de negocios ni en su forma de vestir ni en su forma de hablar.
Ni siquiera en el fondo de sus ojos, tan claros como el horizonte de Ostende, uno percibe la reserva del hombre acostumbrado a negociar. Otra cosa desconcertante es que casi todo el tiempo exhibe una encantadora sonrisa.
Definitivamente, mientras conversaba con Ian Estevenart, abogado y economista belga a cargo de la porción internacional de la fábrica de cerveza Bucanero situada en Holguín, tenía la impresión de estar conversando con un campeón de Fórmula Uno… o con un exitoso cantante levemente maduro, al estilo de Sting.
Ian confiesa ser un apasionado del mundo de la cultura. Y cuando le pregunto qué manifestación artística le entusiasma más, dice con sencillez que todas forman parte de su vida sentimental, incluyendo la fabricación de cerveza, a la que obviamente considera un hecho cultural.
Por eso pretende hacer todo lo posible no solo para legitimar esto último, sino que aspira a que en Cuba y específicamente en Holguín, la gente sienta que la fábrica tiene una participación activa en la vida cultural.
Esto es algo que ya va logrando y que sin duda el pueblo agradece. En los últimos tiempos Bucanero ha estado involucrada en la realización de algunos eventos culturales de primera magnitud, como las Romerías de Mayo, la Fiesta de la Cultura Iberoamericana y el Festival Luna Llena.
Y Ian, siempre sonriente, dice que sueña con poder hacer más en la medida en que el estado de cuentas de su industria, siempre vinculado a la situación económica internacional, se lo permita.
Si por él fuera, le gustaría fomentar una línea específica de presupuesto para contribuir sistemáticamente al desarrollo de la cultura en Cuba y en particular en Holguín.
También sueña con favorecer la creación del Museo de la Cerveza en esta ciudad, instituyendo al mismo tiempo un encuentro mundial de cerveceros. Esto solo por lo pronto, porque el brillo de sus ojos sugiere que sus sueños van más lejos.
Bélgica es uno de los países con mayor tradición cervecera del orbe, pero es también una potencia cultural. Si sus cervezas han sido a través del tiempo un modelo de calidad a nivel internacional, sus artistas e instituciones culturales han sido durante siglos un modelo espléndido para el resto de Europa y el mundo.
Ian Stevenart vive consciente de ambos atributos y sería muy feliz si con sus actos pudiera reflejar en alguna medida las sólidas tradiciones de que es hijo. Se trata de una aspiración que ya va materializando este belga pródigo y que las autoridades de Holguín decidieron estimular entregándole El Angelote, símbolo patrimonial de esta tierra, merecido reconocimiento a un hombre ligado ya a nuestra vida cultural.
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