Fotos: Centro de Comunicación Cultural La Luz 2009

Y claro que llovió, mas la energía de miles y miles de personas entre turistas y jóvenes, llegados de todas partes para amanecer durante tres madrugadas, hizo soplar ese viento a estribor que conozco para espantar todo maleficio: los incansables productores, los operadores de los costosos equipos de sonido que compró Holguín, los sacrificados colaboradores de Romerías que duermen hasta en la arena de custodios si fuera indispensable, eran como un hormiguero en combate para montar lonas y carpas capaces de proteger las luces inteligentes y los rayos láser de los Pitufos, o los instrumentos musicales de cuanto grupo invitado asistió, que pocos saben el dinero que cuesta para quienes se deciden por la música.
Ya es un hecho indiscutible que uno de los más noveles proyectos de nuestro sistema internacional de festivales tuvo un nuevo punto de giro hacia su madurez, al lanzar dos sesiones de competencia por la Mejor Revelación, el Luna Llena de Plata, entregado en un primer premio y tres menciones en La Roca, hoy convertida en Sala de Fiestas la antigua discoteca, el único posible escenario de espectáculos en nuestro balneario, -que no merece terminar absorbido por un nuevo hotel todo incluido, más de lo mismo, y no ese turismo distinto que venga a conocernos y a compartir la capacidad de nuestra cultura por la fusión y por la mezcla, que nos convirtió en la Isla de la Música-.

El jurado fue unánime en destacar la actuación de Michel Lugo para una mención, pero no el Premio, por lo que votaba en masa por el hermano de David Blanco, importándonos muy poco el nepotismo, así como igualar las tres menciones. Los virtuosos músicos de Tres Palabras quedaron a punto de la descorazonada, porque sus tres maneras diversas de asumir el arte aún es un interesante discurso artístico que necesita tiempo de fragua para el pop rock, tal y como sucede al grupo Huracán, capaz de debutar con toda valentía para representar en la segunda noche a la ciudad de Bayamo.
Miento si no digo que era impactante aquel espectáculo de ver una nueva generación de jóvenes músicos disputando el Luna Llena: comprendí incluso el por qué debemos lanzarnos sobre la música popular y hacer la zona de competencias en el Festival del Son de Mayarí, ahora que ya tenemos Ruta del Chan Chan, para que el poco turismo que busca más allá de sol y playa, redescubra Pinares de Mayarí. Siempre tengo presente a Humberto en la fundación del Cine Pobre en Gibara: “tiene que ser un festival mundial”, aunque él sólo tuviese en principio sus fieles amigos para acompañarle. Y en las imágenes de promoción salía desde el Salto del Guayabo hasta el Hotel Pesquero y la playa Guardalavaca, porque era la Villa Blanca de los Cangrejos la que quedaba en la provincia Holguín.

Mas el asunto está en no escarmentar: y ha dado gusto ver a la Delegación del MINTUR trabajando codo a codo con la Dirección de Cultura, como no lo hacen los hoteles ni sus equipos de animación, en los nuevos proyectos para un turismo cultural: lanzar la campaña “El Arte de la Cerveza”, y la Convención Mundial de Cerveceros, capaces de patrocinar desde cualquier punto del planeta la llegada de nuevos artistas a ochocientos kilómetros de La Habana. Alistamos la idea de la Ruta de la Cerveza, conectar el recorrido desde el burro Pancho en un cambiante Mirador de Mayabe, hasta una línea comercial de envasado de la cerveza, como en cualquier importante fábrica del planeta que es visitada por turistas sólo en ese segmento, y máxime cuando la nuestra produce las mejores de toda Cuba.
Es hora de divulgar al mundo ese legado de nuestros maestros cerveceros, aquellos que fueron a la antigua República Democrática Alemana, aprehendieron las formulas e hicieron como nuestros artistas la mezcla de sabores para lograr la Cristal, la Bucanero, la Mayabe y ahora la Cacique. Hay que colocar todas esas imágenes de la fundación en un recinto de nuestra capital, al propio Fidel en su visita a la fábrica disfrutando una jarra de espumosa cerveza, rodeado de entusiastas trabajadores. Tener un espacio memorial para lo que es ya un producto estrella en los mercados de Cuba, y muy pronto aún más allá.

Así que ningún imposible ha sido en vano: los miles que esperaban los conciertos en Banes o la media noche para el inicio de la amanecida, los que atendieron primorosamente a los músicos, los que protegieron la playa para que apenas haya existido un incidente de consideración, o quienes creyeron en la EGREM, en ARTEX, en La Roca, en Isla Azul, en Palmares o especialmente en Bucanero SA, que este es otro futuro, indivisibles el turismo y la cultura, nuestra nave espacial.

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