23 oct 2009

“La Mayabe es la Mayabe”

Por: Joaquín Fernández Moreno

Veinte años son algo. Si es fabricando cerveza, mejor. Porque el 24 de octubre los holguineros dejarán atrás dos décadas estimulando el paladar de millones personas con invitaciones, razones y motivos para brindar con las mejores cervezas que hoy en día se producen en Cuba.

No es que se pasen por alto los 80 que los cerveceros cubanos llevan entregando la “Cristal”, “Clara, ligera y sabrosa”, primero, y “La preferida de Cuba”, después. No. En sus primeros años en industrias de provincias occidentales, ahora, en suelo, con agua y talento humano orgullosamente holguinero, tanto la “Cristal”, como la “Bucanero”, y otras que vendrán luego, tienen copado el mercado del país, para su beneficio, y el maestro cervecero Germán Guerrero Batista, nacido en Melilla, en el municipio “Rafael Freyre”, el 6 de septiembre de 1950, no queda a la zaga en contar una historia que él mismo cuenta, viviéndola.

Conversar con Germán, es como ir desprendiendo poco a poco un racimo de secretos, menos los que maestros cerveceros como él, en todo el mundo, conservan en lo más recóndito de su experiencia. Y de ello dieron fe los productores de cerveza de la checoslovaca provincia de Pilsen, cuando desde 1988 lo tuvieron entre sus filas, a pie de línea, para que por su propia cuenta descifrara los secretos de tan popular bebida, y luego los transmitiera con el mayor amor de la tierra, a quienes en la Cervecería Bucanero SA en el futuro serán inevitablemente su relevo.

Contar del surgimiento de la anteriormente denominada Cervecería Mayabe sería tema para otra historia. Ésta se inició al inaugurarse el 24 de octubre de 1990, con la efigie de nuestro inmortal burro Pancho en el tanque elevado para agua -arriada después-, las decenas de puntos de venta por toda la ciudad, el surgimiento de la taberna con igual nombre, en las proximidades del hotel Pernik, y la empedernida adicción a tomar cerveza y comer chicharrones del “Pancho” original, nombre del abuelo y también del padre del actual cuadrúpedo, “un curda” que pasea su sedentaria vida entre los clientes del motel Mirador de Mayabe, símbolos todos que con tanta razón defienden los holguineros, como parte de su identidad.

Germán aparenta ser una persona muy tranquila. En abril del 2001 le otorgaron la condición de Vanguardia Nacional, y para mí, sigue siéndolo. El amor por lo que hace, y la admiración por su fábrica, le brotan, cual espuma de cerveza precipitada, por los ojos y todos sus poros. Por ello, no oculta su veredicto en el asunto.

“Si existe una cerveza Gallo, en Guatemala, otra denominada Lagarto, en Estados Unidos, y una “Faisán de Oro”, en la antigua Checoslovaquia, no sé qué diferencia hay entre estos animales y el burro que inicialmente identificó nuestra primera y mejor cerveza, la cual empezamos a embotellar y a fabricar a granel aquí hace 20 años, pese a que en el aprendizaje, hay secretos que no se dan, sin embargo, aprendimos a hacer cerveza, a tocarla con la mano. Y también a probarla, porque para nosotros, no existe mayor placer que saborear una “Mayabe”, para mí, la mejor de todas. La Mayabe es la Mayabe”.

La tradición de los checos caló hondo en las apetencias de aprendizaje de Germán, en los trajines de incorporarle a la cebada el arroz en el proceso de maceración, y el azúcar en los tachos, para lograr sabor y color únicos, eliminando a tiempo los almidones.

Al comienzo, utilizaban la flor de lúpulo, en estado natural, en pacas de 200 kilogramos, en la búsqueda del olor y amargor característicos de cada marca, pero en la actualidad, según Germán, es común a nivel mundial el empleo de un lúpulo logrado artificialmente en la industria, donde los olores y sabores dependen de ella.

“Cuando regresé de Checoslovaquia, quisieron mantener un “freirense” en los asuntos de la cerveza, por lo que me encomendaron la misión de preparar cerca de 80 cerveceros, en una especie de cantera, y en estos momentos, en la fábrica holguinera permanecen alrededor de 40, en la atención a los mantenimientos, la instrumentación o los laboratorios”.

La fabricación de cerveza en la oriental provincia de Holguín, con una moderna tecnología, y una fuerza joven excelentemente preparada, incluye miles de hectolitros de “Mayabe” embotellada y enlatada, “Bucanero”, también en botellas y envase metálico, la “Cristal”, en ambas modalidades, la malta enlatada, y en breve incorporarán la “Cacique”, enlatada y dirigida al mercado nacional. Igualmente todas las que ahora obtienen, llegan también a los clientes en contenedores metálicos.

¿Qué importancia le concede al agua?

“Toda la que tiene. Aquí llega por una conductora mediante una tubería de casi 21 kilómetros, desde las cercanías del central azucarero Antonio Maceo. Los pozos nunca se han secado, y el agua siempre ha sido la misma. Se trata para elaborar la cerveza, y hasta para la higienización de la industria, pero realmente, mejor no la queremos. Los vecinos de donde vivo, cerca de la fábrica, también la utilizan diariamente para el consumo personal. Jamás hemos hecho cerveza sin darle tratamiento a esa agua”.

Su esposa anda ocupada en los trajines de la casa, un sencillo apartamento de la comunidad frente a la Cervecería, y escucha en silencio las revelaciones de su compañero, quien disfruta, como si levantara en ese instante hacia sus labios una cerveza golosamente fría.

¿Considera un arte la producción de cerveza?

“Para lograrlo, hay que ponerle amor, dedicación, sacrificio. Tienes que imaginarte la cerveza desde que tratas el grano, hasta el momento final, en que logras lo que te propusiste. En eso, hay que poner la mente y la estrategia. Es como el bailarín en el escenario, tiene que poner el pie como tiene que ponerlo.

“Producir cerveza, es también un arte”.

¿Se mantiene la escuela de cerveceros?

“En otros países, la tradición cervecera se transmite de padres a hijos, por años y años. Nosotros no tenemos escuela, los que necesitamos se forman en el camino, junto al cañón. Últimamente han entrado a la fábrica tres ingenieros, se preparan como maestros ahora, y en las propias líneas de producción se van encaminando”.

¿Y nuestras tradiciones?

“Tenemos algunas fotos, documentos, objetos. Al comienzo de la fábrica, se conservaron algunos elementos, una maqueta, pero están dispersos. Es algo que, como el propio burro de Mayabe, la taberna, y toda la trayectoria de la fábrica, estamos obligados a preservar, como se hace en todas las cervecerías. Comparto, entonces, tu opinión, de que podían organizarse giras, explicaciones a los visitantes de todo el proceso, ofertar souvenires, hasta recorridos internos en vehículos apropiados. Porque lo que no se haga ahora para preservar la memoria de la Cervecería, es un tiempo irrecuperable e historia que se pierde”.

Holguinero como usted, Germán, me siento comprometido a contribuir a todo el esfuerzo que se haga por redondear la historia de nuestra tradición cervecera, orgullo adicional para los habitantes de esta provincia. ¿Podría mencionar algunas de sus alegrías?

“Contribuir con mi trabajo a que entre dinero fuerte al país. Saber que la cerveza es un producto demandado y de buena calidad. Y que la gente la anhele siempre, para con toda la alegría del mundo brindar por algún motivo”.

El Oktoberfest cierra sus puertas

Tomado de www.antena3noticias.com

Seis millones de visitantes han vaciado más de seis millones de jarras de cerveza en la tradicional fiesta en Munich, que ha finalizado este año con menos participación de lo habitual: La crisis y la amenaza de un atentado islamista sobre la ciudad han hecho que se reduzca el número de participantes. Aún así han acudido casi seis millones de personas que han vaciado unas 100.000 jarras más que el año pasado.

Se trata de la cifra más baja de visitantes desde 2001, año en que se produjo un descenso mucho mayor -5,5 millones-, debido en esa ocasión al impacto dejado por los atentados terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York (EEUU), el 11 de septiembre 11-S).

La organización de la Oktoberfest atribuye el descenso de este año al miedo a ataques islamistas, tras la difusión de varios vídeos de presuntos miembros de Al Qaeda amenazando con atentados en Alemania si su gobierno no retira las tropas de Afganistán.

El descenso de los visitantes no provocó, sin embargo, un bajón paralelo en el consumo, ya que, según el cómputo final, se vendieron 6,5 millones de litros de cerveza, cifra sólo mínimamente inferior a los 6,6 millones del año anterior

El récord absoluto de público se batió en 1985, con 7,1 millones de personas en la denominada mayor fiesta popular del mundo.

22 oct 2009

Cervezas de Cuba: Cristal como el cristal

Por Joaquín Fernández Moreno
¡Cómo pasa el tiempo! En mayo pasado se cumplieron 80 años de haberse fabricado la primera cerveza Cristal en Cuba. Conocida desde entonces por el eslogan publicitario “Clara, ligera y sabrosa”, ha llegado hasta nuestros días identificada con toda razón como “La preferida de Cuba”.

Lo que no todos saben es que la tradición productiva de esa bebida en la oriental provincia de Holguín, actualmente revitalizada en la Cervecería Bucanero S.A., cayó en manos de indudables maestros como José García de la Cruz o Germán Guerrero Batista, dominadores a pie firme de la fórmula para entregar un sorbo superior como la “Mayabe”, lo mismo enlatada que embotellada, fieles defensores del orgullo holguinero de fabricar aquí las mejores cervezas del país.


Quienes disfrutan hoy en todo el país, en la red de comercios, cafeterías, hoteles y cuanto sitio de interés turístico y cultural existan, de la “Cristal”, “Bucanero”, en sus diferentes denominaciones, hasta la propia “Mayabe”, maltas y vinos de diverso tipo, apenas conocen o recuerdan de dónde proviene la providencial agua utilizada en el ininterrumpido proceso de la gigantesca instalación, gracias a una conductora tendida desde varios kilómetros de distancia, a partir de pozos y una estación de bombeo montada en las proximidades del central azucarero Antonio Maceo, en el vecino municipio de Cacocum.

Un poco más de la mitad de la cerveza nacional que se embotella y enlata en Cuba, y se expende en las instalaciones turísticas, provienen de la emblemática fábrica holguinera, la cual entrega miles de hectolitros anualmente para cubrir en parte la demanda de la red gastronómica del país, a partir del montaje de una moderna tecnología y el empleo de una fuerza laboral joven y altamente calificada, donde lo mismo se obtiene la bebida para distribuir a granel, enlatada, embotellada como en dispensadores metálicos.

Como el ambiente es de brindis por el sello de cubanía de la “Cristal” en su aniversario 80, y por todas las demás cervezas elaboradas por las amorosas manos de los holguineros, vienen ahora a la mente los nombres de José Cuadrado y Joaquín Vidal, funcionarios de la entonces Empresa de Bebidas y Licores, encargada de la importante inversión, del ingeniero con un permanente casco blanco en su cabeza y una sonrisa en los labios mientras duró la tensa y dura construcción, y cuyo nombre no acude ahora a mi mente, y de Miguel Cano Blanco, dirigente partidista de esa época en la provincia de Holguín, quien no escatimó desvelos para llevar a vías de hecho esta perla fabril, gracias al empeño en la cual pusieron su grano de sudor cientos de constructores de diferentes empresas, organizaciones sociales y la población, que en su momento empuñó palas y vagones para apoyar su complicada edificación.

La premura por poner a disposición de los lectores estas líneas, apenas me ha permitido consultar documento alguno sobre la historia cervecera de Holguín en los últimos 19 años, y mucho menos de los inicios de la producción de “Cristal” en Cuba, sin embargo, el haber tenido el privilegio de reportar el nacimiento de la Cervecería casi desde el momento en que solamente se le imaginaba en planos, o de las agotadoras jornadas para dejar listos sus cimientos, o para trasegar los inmensos silos de maduración de la cerveza mediante enormes rastras por carretera, me permiten sumarme al regocijo que ahora se respira, y al homenaje que tanto se han ganado los artífices de tamaña obra.


Por eso, más que el antiguo eslogan “cristalero” de Clara, ligera y sabrosa, o el actual de “preferida de Cuba”, más vale despojarse del sombrero ante quienes complacen el paladar de muchos, desde la más complicada hasta la más simple de las ocupaciones en la cervecería Bucanero SA, y mucho más que eso, contribuyen cotidianamente a entregar con orgullo, su amor y su arte, al patrimonio cultural de los holguineros. 

19 oct 2009

El arte de la cerveza

Por Carlos Melián Moreno

Mientras en el Noticiero Nacional de Televisión se daban las últimas noticias de la crisis mundial, descalabros en Wall Street, desempleos masivos, quiebras y bases navales norteamericanas en Colombia, los holguineros que salían al Carnaval se preguntaban, rascándose la cabeza, por qué razón tomar cerveza Tínima de Camagüey y no Mayabe, si esta última se fabrica justo en la cervecería Bucanero SA, instalada en las afueras de la ciudad.

“Muy sencillo”, respondió Álvaro Grass presidente del comité organizador del Carnaval 2009, “por problemas de presupuesto, ¡qué más quisiéramos nosotros!” y precisó, que los holguineros podrían considerarse premiados con la variante 50% Tínima y 50% Mayabe, un equilibrio difícil de encontrar en carnavales de otras provincias.

¿Por qué los holguineros aman su Mayabe?, “puro chauvinismo” escupiría unos de esos agrios criticones que acusan a los holguineros de dilatados charlatanes.

Tal vez sea cierto, pero en contra del refrán de que nadie es profeta en su tierra la Mayabe, a la par de ser asociada como pionera de lo que es hoy Bucanero SA con la posterior producción en sus naves de la Cristal “traída del occidente del país-, Bucanero, y la reciente Cacique, resiste la prueba del paladar del pueblo y de sus maestros cerveceros. Uno de ellos, Germán Guerrero Batista, formado como cervecero en Checoslovaquia se plantó en la opinión de que la Mayabe sigue siendo la mejor.

También es difícil soslayar que la Cristal y la Bucanero son las cervezas que repletan los refigeradores de los hoteles, discotecas, bares y hasta los tenduchos que en moneda dura operan perdidos en el último pueblo de la geografía nacional (y hasta en algunos bares de Europa, compitiendo con sellos centenarios, o chorreando el paladar nostálgico de la diáspora cubana que flota en el Viejo continente).

Parte del mito descansa, además, en dos bases, la primera, evidentemente sobre el secreto de los ingredientes que le dan color, sabor y amargo. Y la segunda, sobre las propiedades del agua que desde los pozos del municipio de Cacocum, es bombeada por una conductora de 21 Kilómetros de longitud y luego tratada para optimizarla al consumo humano.

La fórmula de la Mayabe no se escribe en el pizarrón de una universidad frente a un grupo de químicos con bata blanca, no, está sembrada como una estrella dentro de esos apacibles y gruesos maestros cerveceros que todos los días arriban a la fábrica en bicicleta, o simplemente cruzando la calle desde la comunidad construida hace 20 años frente a la cervecería. Y ellos, próximos al retiro, le confían la fórmula a técnicos más jóvenes.

Otra de las bondades de la Cervecería refiere a que el alcance de la compañía mixta que la produce no queda en sus grados de alcohol, dosis de lúpulo o cantidad de ventas. No. Su parte nacional y extranjera contribuyen con el pedregoso empeño de convertir a Holguín en una plaza que genere y promocione cultura desde los habituales inconvenientes inherentes a estar alejada más de 700 kilómetros de la capital del país.

¿Puede una cervecería convertirse en una promotora cultural? Bucanero SA, con su gentileza, tras bambalinas, ha dado precisos aportes al éxito y a la contundencia de los principales momentos culturales que año tras año salpican los noticiarios televisivos, radiales o impresos: Las Romerías de Mayo, y La Fiesta de la Cultura Iberoamericana, apenas dos eventos que forman parte de un proyecto mayor, que consiste esencialmente en crear una plataforma de donde pueda salir una producción audiovisual y musical endógena.

En ese sentido, muchos ven en la provincia un diamante en bruto, y quizá no se equivoquen. En Holguín está enclavado una parte importante del Polo Turístico de la nación, y desde dos de sus municipios se exporta una parte importante del níquel mundial.

Tales coincidencias y abrazos han generado pues la iniciativa de un evento a la altura del conocimiento que de la cerveza han acumulado los cerveceros holguineros. La Convención Internacional de Cerveceros, es todavía un sueño, una sonrisa irónica el rostro de éste o aquel pero ¿qué gran proyecto no lo fue en el pasado?

Ojalá y esta nueva propuesta, que a la larga redundará en beneficio del producto cerveza cubana tenga éxito, pues la cuestión va mucho más allá de “un hipo y una nota”. Se trata de sacar de la tierra otro rubro más: El arte de la cerveza.