23 jul 2017

Cuba: de vacaciones y cervezas en 2017

Por Yordanis Ricardo Pupo
Fotos: @yricardo 
En el aeropuerto de La Habana, una gigantesca publicidad de Estrella Damm, “la cerveza de Barcelona”, recibe a los viajeros. Entonces crees que te has equivocado de avión y que aún sigues en España, donde vives… pero no, el calor sofocante de la Isla te confirma que has llegado a tu patria. 

Luego miras bien, y encuentras a la Cristal y la Bucanero anunciándose también como productos autóctonos de esta tierra, hermosa, pero desabastecida de cuantas cosas consideramos “básicas” al otro lado del mundo: carritos para las maletas, cuchillas de afeitar, aire acondicionado… y por supuesto, cervezas nacionales. 

Porque muchas veces durante estas vacaciones intentarás refrescar con una cerveza cubana, y solo lo conseguirás con una Estrella de la lejana Barcelona, una “suave” Presidente de una isla vecina o, incluso, una “Lite”, de nuestro eterno enemigo del Norte. 

Más tarde, mientras esperas tu conexión a provincia, en la terminal nacional, te sientes feliz con la fría Cristal (aunque prefieras una Bucanero). Al menos hoy ha habido suerte y puedes disfrutarla sin prisas, de una en una, sin que tengas miedo de que se acaben. 

Hace un momento, una santiaguera, residente en Italia, ha intentado comprar 24 latas para su sedienta prole y solo ha tocado “una por persona”. Son las reglas del racionamiento al que tan acostumbrado estamos los cubanos, pero que ha llegado (¿para quedarse?), también a los establecimientos turísticos y de venta en moneda fuerte. 

24 horas después de llegar a Cuba aun sigues sin probar una Bucanero “Fuerte” y eso que la fábrica que la produce está a menos de 10 km de tu casa; las principales cervezas de Cuba se producen en la cervecería Bucanero S.A., en la oriental provincia de Holguín. 

Pero un día descubres, en el kiosco del barrio, que han reeditado la “Lagarto”, aquella marca cubana perdida en tu memoria, tan perdida que nadie más la recuerda, aunque preguntes insistentemente a tus mayores. 

La Lagarto es una cerveza malteada, demasiado “dulce” para el gusto de los cubanos, así que por muchos días que pasen no se agotará, y en casa también durará, porque a las visitas tampoco les apetece. Como la Estrella Damm, incluso es más barata que el resto de marcas, pero no termina de encajar con los clientes nacionales.

Sin embargo, el sabor no importa cuando de “especular” se trata. Como en Cuba es normal beber en la calle, incluso dentro de las tiendas, hacemos un pequeño experimento mi amiga Olga y yo: 

Compramos Lagarto en el kiosco, y el resto de clientes, Presidente. Nos pasamos a la holandesa Bavaria (con el mismo sabor malteado y el mismo volumen de alcohol (5,0) y la gente nos imita. Al fin y al cabo, beber productos importados nos da un aire cosmopolita, de conocer mundo… Así somos los cubanos.

De todas maneras, en el kiosco de mi barrio no hay cervezas nacionales, y hay que dar muchas vueltas para conseguirlas. Un sábado tenemos suerte y encontramos un sitio donde nadie nos la raciona, y nos vamos a casa con sendas cajas de 24 botellas de Cristal y Bucanero, la quintaesencia de nuestras cervezas más queridas, y las degustamos sin prisa, compartiendo con la familia y brindando por la próxima partida al Norte de un familiar. 

(Allí, él tendrá que conformarse con cervezas “lights”, o muy suaves como las mexicanas Modelo, aunque siempre podrá comprarse un six pack de Heineken, que por suerte está presente en todo el mundo, también en Cuba).



Así es en el barrio, pero no creas que cuando sales a sitios turísticos o al centro de la ciudad la cosa cambia mucho. Hay lugares que siempre están abastecidos, como el hotel Mirador de Mayabe. Allí, aparte de un icónico burro que bebe cerveza, tienen hasta la esquiva malta Bucanero, que es una de las bebidas más codiciadas por los cubanos (con leche condensada, es una exquisitez). 

Pero en el parque central de la ciudad, después de medianoche, es casi imposible encontrar locales abiertos y menos con la marca de cerveza que te gusta… Después de varios días a la caza de las más conocidas, descubres un sitio donde abundan, y además muy frías, las que se venden en pesos cubanos: Mayabe y Cacique. 

Ambas son buenas, aunque adaptadas al gusto nacional: cervezas claras, suaves, sin mucho alcohol… así que otra vez eres feliz y la conversación con los amigos rueda mejor, pero las vacaciones se acaban, y otra vez hay que partir hacia donde abundan las cervezas (pero no los amigos), y te marchas de Cuba rumiando el regreso, con la maleta llena de recuerdos, entre ellos algunas latas y botellas de las cervezas que has podido conseguir en los últimos días. 

Las que sobrevivan al viaje de vuelta se sumarán a tu colección de cervezas del mundo, principalmente de España. Te ayudarán a recordar un poco más a tu gente, a tu país, a las cosas que te gustan y que has cambiado por el “abastecimiento”, por el “no racionamiento” de supermercados donde, solo en cervezas, puedes encontrar hasta 120 marcas.

NOTA:

La Cervecería Bucanero S. A. es una empresa mixta, participada en casi un 50 por ciento por el gigante cervecero AB-InBev.

Además de las marcas que se mencionan en este texto, en mayo de 2017 se vendía en Cuba cerveza Martel (Bélgica), Carta Blanca () Dorada (Costa Rica) y un montón más de marcas insignificantes. 

En 2015, la reina de las cervezas importadas era la Mahou (España), pero actualmente no está en el mercado. 

Bavaria y Heineken siguen siendo las cervezas de importación más antiguas en Cuba. Aunque muy pocas veces se puede encontrar la Bavaria sin alcohol y, si, de vez en cuando, la Bavaria 8,6. 

La mexicana Corona, otra clásica en Cuba, tampoco la he visto en esta ocasión.

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