Fotos: Lázaro Wilson
I

Ese rutero, proveniente de una fría ciudad de Inglaterra o Canadá, ¿cayó en la cuenta de que una estancia esterilizada en un hotel de playa, da bastante poca información de lo que es un país? Posiblemente. Su manera de asumir la ruta no difiere mucho de la de los demás, se muestra reticente a atravesar la apretada animación dominical del parque Calixto García, y a hacerle preguntas a los transeúntes.
El rutero cien, por lo que he podido ver, proviene no de la “high life”, no llega precisamente de un piso caro de Manchester o Montreal, y aunque no es muy dado a la cultura ni a las obras de arte, y sí a los tragos, suele interesarse por la ciudad, por la competencia y por descubrir mediante el paladar y el ojo, las diferentes marcas que se producen en nuestra provincia.
II

No importa si ocuparon los asientos 42 o 25 del avión, si entraron por la puerta 1 o 2 del aeropuerto internacional “Frank País”, en esta oriental provincia, si se percataron a tiempo del número identificativo de los sitios a los cuales debieron acudir, si formaban pareja, como los bienvenidos Máster, o si se nombraban William Asencio, como el colombiano, porque el domingo 12, a la Ruta arribó un grupo que llegó y superó a los cien.
Adelante el rutero cien, y otros más. Muchos rostros, y uno solo. Bien recibidos por la proverbial cortesía de los holguineros, quienes muestran sin tapujos lo mejor de su cultura y sus tradiciones. Otra vez en el salón Beny Moré, casi de madrugada, se premió a los más listos. A los que prometen volver, y hablarle a los demás de lo que aprendieron del arte de hacer cerveza, de la vida de los holguineros.
Bienvenido el concursante cien multiplicado. Seguimos en la Ruta.

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