Este lunes, la dirección provincial de Cultura hizo público lo que viene cocinando hace algunos meses: Holguín abrirá una ruta cultural de la cerveza. No un caminito en cuyos bordes uno encuentre botellas y laticas de esa bebida amarga, pero dulce, sino la unión de múltiples puntos de la ciudad, donde habitualmente se comercializan las marcas más famosas hoy de Cuba, la Bucanero y la Cristal, ambas fabricadas aquí por la Cervecería Bucanero S.A (CBSA).
Pero, a esto, que para empezar le han llamado “un juego”, acompañado por un plano a imitación de un pergamino antiguo, será sólo el principio del evento, que se propone homenajear a quienes con maestría supieron seguir un arte antiguo, muy antiguo y ajeno al Caribe, a América. No por casualidad se les llama maestros cerveceros a quienes la fabrican.
La cerveza surgió allá en el lejano Medio Oriente y sólo después de haber pasado de boca a oído, del papiro al papel común, la receta se hizo popular. Fue aprendida en estas tierras gracias al ingenio de los habitantes originales que, según Colón, fermentaban ciertos granos para beber el resultado. En definitiva, como por aquí llegaron los primeros extranjeros, y como aquí se debe haber bebido también el primer buche intercultural de cerveza, ninguna coartada será mejor para abrir una ruta de este tipo. Para colmo, un día, a alguien se le ocurrió hacerle probar la bebida a un burro y ¡sorpresa!: Sí señor, el burro toma cerveza.
Ahora, el burro Pancho, vivo en su tercera generación, también entra en la nueva idea como símbolo del que disfruta una receta compuesta a base de la cebada, el lúpulo, la levadura y el agua. Con una historia variada donde destaca tanto como bebida capaz de calmar el hambre o como caldo sagrado, su propia calidad le ha conferidos aspectos que van desde el más puro refinamiento hasta la ordinariez de lo vulgar.
En Cuba fueron verdaderamente populares mucho después, cuando apareció en La Habana La Tropical, la primera cerveza de la Isla. A la empresa que la producía se debe la construcción de un estadio (La Tropical) y una arena de boxeo (La Cristal). Ambas marcas pertenecieron a la séptima entre las industrias no azucareras de la Isla: la “Nueva Fábrica de Hielo S.A”, propiedad del magnate Julio Blanco Herra Clevería.
Luego otro adinerado culto, el santiaguero Emilio Bacardí, añadía a inicios de siglo XX una marca que por mucho tiempo gozó de alta popularidad: la Hatuey, producida en la “Cervecería Modelo S.A”. Hatuey, “la gran cerveza de cuba”; la Polar, “la cerveza del pueblo y el pueblo nunca se equivoca” y La Cristal, “clara, ligera y sabrosa”, sobresalían entre las preferidas del cubano y eran las causantes de que a Cuba se le confiriera un distintivo entre los grandes países productores de esta bebida.
A mediados de los ochenta, del pasado siglo, la CBSA, de tecnología alemana, quedó establecida en Holguín y hasta la fecha se ha ido modernizando de tal manera que, según el portal de la fábrica, es una de las más automatizadas en el país. Su capacidad de producción es superior a los 1.5 millones de hectolitros al año, que significa – lo ilustra su web-: más de 450 millones de vasos de cerveza. Bucanero, Mayabe, Cristal y Cacique llenan los estantes de cientos de centros de muchas partes de Cuba y el mundo. En todas, se lee: “fabricado en Holguín”.
Por semejante perorata donde se juntan cultura, comercio e historia, y porque en el mapa de ello está escrito el nombre de Holguín, se ha pensado esta Ruta cultural de la cerveza, que todos podemos recorrer. Esta es sólo la aproximación, después del lunes sabremos más, mucho más de semejante persecución estival a una bebida llamada laguer, bier o simplemente cerveza.
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