Así arranca la nueva campaña de la agencia de publicidad Shackleton para Amstel Radler, la cerveza con zumo de limón que quiere convertirse en la bebida de la primavera.
Foto: @yricardo |
Versión española
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En los bordes, un costado, la tapa o el fondo. Sea lata o botella: el inquieto paladar, tras varios sorbos, invita a voltear una y otra vez el envase para descubrir la génesis, de dónde proviene la incitación a humedecer los labios, a asumir despacio la refrescante invasión interior, chasqueando la lengua. Rara vez un bebedor resiste la tentación de curiosear la etiqueta de la cerveza que bebe.
La mirada es parte de la ceremonia previa antes de ingerir una cerveza, porque mientras los dedos palpan la tentadora humedad del futuro sorbo, los ojos rebuscan entre las líneas de la etiqueta el sitio geográfico exacto donde se gesta tal obsequio al buen beber.
El arte de la cerveza une y eleva, por tanto, a productores y bebedores. Sean bienvenidos.
La cerveza “reúne todas las condiciones estimulantes que hacen deseable las bebidas alcohólicas, y no tiene ninguna de sus condiciones destructoras”.
José Martí,
Caracas, 23 de febrero de 1882
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